Al despertarme cada mañana, no deja de sorprenderme que todas estas personas de mi alrededor, por no hablar de los edificios, las montañas, las nubes, las hormigas, los aviones y hasta el dibujo de las salpicaduras de café sobre el mantel bordado, estén aquí sólo para hacerme compañía: para servir de decorado al único ser sin el que el universo no podría existir.
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