A menudo experimento la certeza incontestable de que hay libros en mi biblioteca que jamás volveré a abrir: cada página exige una cuota de días que ya no puedo abonar. Ello puede deberse a dos motivos: a que envejezco sin remedio, como dice mi espejo; a que tengo demasiados libros, como dice mi mujer.
No solo es una cuestión de tiempo (para leer y de vida), ni de volumen (metros cúbicos de libros), sino de espacio. Es decir, de los metros cuadrados de casa de que disponemos. Si tu casa fuese, por ejemplo, tres veces más grande, ¿a que ya no te parecería que tienes tantos libros? ¿Y a que tu mujer no se quejaría tanto (con razón, todo sea dicho)? Como dicen en Star Trek: "El espacio, la última frontera".
ResponderEliminarPues sí, César, tenes más razón que un santo. Siempre quise vivir en un castillo.
ResponderEliminarUn poco falacia, no? Si tu casa fuese tres veces más grande, probablemnte tendrías el triple de libros. En cualquier caso, me siento identificado, y eso que humildemente no tengo tantos libros como el autor.
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