Me acompaña otro que lleva mi mismo nombre y que ejerce una tiranía despiadada sobre mis gustos y costumbres. A mí me gustaría leer ese libro, pero él me lo niega; preferiría otro tema de conversación, pero él se aferra a las mismas cosas con el afán del perro por el despojo del carnicero; querría elegir esos zapatos y él los descarta en pos de opciones más correctas y ajenas. La elección no depende de nuestras preferencias, sino de lo que queremos que sean. Cuando somos, no somos nosotros, sino los que pretendemos ser.
Sencillamente me encanta.
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