martes, 8 de febrero de 2011

El bolso verde, el bolso azul

Hay un bolso en casa, donde llevamos los pañales de Luigi, que mi mujer llama el bolso verde y yo el bolso azul. El bolso, sin embargo, es el mismo: no existe variación cromática en el momento en que yo me refiero a él o cuando lo menciona Teresa. Lo cual significa que por educación, experiencia, subconsciente y no sé yo qué más, la percepción del azul y del verde varía en nosotros y posee unas fronteras más bien resbaladizas: quizá para Teresa el mar del fondo de la playa es verde, igual que el cristal de ciertas botellas vacías o el musgo que se acumula en las viejas iglesias del norte. El lenguaje no es el canal de la comunicación, sino de los malentendidos: si ella y yo apuntamos a dianas distintas al mencionar una sencilla franja del espectro, no quiero pensar en lo que decimos cuando hablamos de amor, esperanza, crueldad, mañana.

1 comentario:

  1. Tú ya sabes que es un clásico en lingüística, que muchas lenguas africanas y asiáticas (no dos ni tres) tienen una sola palabra que engloba a nuestros dos colores: el mar y el cielo son siempre del mismo color. Mi favorito es el caso del galés, en que la palabra "glas" también incluye -me dicen- ciertos tonos de gris. Cuestion de matices.

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